miércoles, 16 de marzo de 2011

Tarot



El Tarot nos puede ayudar pero debemos tener muy claro que poseemos un libre albedrío y responsabilidad personal con respecto a nuestra decisión.

Dentro de nosotros coexisten dos mentalidades: una inferior y elemental y otra superior que nos eleva.

El Tarot fue concebido para que las imágenes sean un reflejo o proyección de las personas, situaciones y acontecimientos presentes en el devenir humano.

Por ello, al consultarlo, ves tu propia vida que se refleja en las imágenes cual si fueran un espejo.

Los Arcanos te conducen, mediante sus símbolos y arquetipos, hacia la comprensión de ti mismo, de tu entorno y tu situación.


Es absolutamente inconveniente preferir unas carta por sobre otras o desdeñar aquellas que consideramos "malas" o de "mala suerte". La suerte nos la creamos nosotros con nuestra actitud y conducta, no nos la transfiere el tarot.

Al igual que las imágenes que contactamos durante el sueño, el Tarot nos muestra aspectos de nuestra personalidad y de nuestra vida que no reconocemos de manera consciente.

Tanto los sueños como el Tarot, mediante un lenguaje simbólico, resaltan lo que debemos asumir y quizá resolver.

Por esto el Tarot tiene tanto poder para activar la imaginación del hombre. Alberto Cousté lo llamó "La Máquina de Imaginar", pues las cartas están inspiradas en la experiencia humana subconsciente e inconsciente, proviene de los niveles más profundos de la psique y desde allí nos mueve y estimula al aprendizaje.

Este antiguo sistema filosófico, heredero de una sabiduría milenaria, ha guiado a través de los siglos a hombres y mujeres sabios, iniciados en el campo espiritual que vieron en las imágenes arcanas verdaderas revelaciones de las corrientes universales.

El Tarot nos revela tendencias, nos permite analizar sus contenidos y facilita la toma de decisiones.

De allí que el papel del tarotista, más que predecir el futuro, es orientar y aconsejar según los arquetipos presentes en una lectura, sin condicionar las decisiones de quien consulta.

Nuestro futuro nos pertenece y nadie lo puede manipular.

Ante los problemas de la vida, muchas personas se angustian y se desorientan, piensan
que la situación que viven es eterna;

que no van a salir de esa "larga noche oscura"; que todo se acabó y ya no hay futuro.

Excitados o agobiados perdemos claridad y objetividad.

En consecuencia, no es conveniente tomar decisiones trascendentales bajo

un fuerte impacto emocional, ya sea, una gran euforia (alegría extrema) o una gran

depresión (tristeza profunda) Ambos extremos nos hacen perder el control.

Las decisiones significativas deben tomarse en total calma y serenidad, con "la cabeza fría" para

poder pensar con lógica y sentido común "el menos común de los sentidos" como diría Oscar Wilde.


No olvidemos que la vida, como todo, es energía, y la energía está en constante movimiento, cambio y renovación.

Allí radica la verdadera belleza de la vida.

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